La marca Canterbury of New Zealand presentó hoy una nueva camiseta alternativa para el seleccionado de rugby de Inglaterra, un inédito diseño que combina finas franjas horizontales albirrojas y que ha causado no poco revuelo entre los aficionados y la prensa especializada. Recordemos que en lo súltimos años el XV de la Rosa ha sorprendido con colores de uniformes alternativos muy alejados de su tradición, como por ejemplo el negro de la última Copa Mundial diseñado por Nike o el más reciente púrpura a cargo de Canterbury.
Esta nueva camiseta se inspira en una famosa pintura de fines del siglo XIX que reproduce una escena de un partido entre los condados de Lancashire y Yorkshire. Mediante una interpretación algo forzada de un acontecimiento histórico, la unión del rojo y del blanco en una misma casaca busca reforzar la identidad nacional al representar la reconciliación tras el final de la Guerra de las Rosas entre las Casas de Lancaster y York, un largo y violento conflicto que asoló a todo Inglaterra durante buena parte del siglo XV.
Este lanzamiento se acompaña además de la colección de indumentaria informal y vintage1871, en alusión al año en que Inglaterra jugó su primer partido internacional contra Escocia.
Todos conocemos algunas marcas deportivas nacionales que parecen repetir el mismo ciclo en el mercado argentino en constante cambio e inestable: una apariencia más o menos brillante, un auge inicial tan rápido como su posterior estancamiento y una dolorosa agonía que generalmente culmina en un llamada o quiebra con la tendencia habitual de bajas colaterales. No es necesario dar nombres, lo cual siempre es odioso, pero seguramente estarán pensando en una marca muy popular en el área de Lomas de Zamora. O declinar en ese otro, el que lleva el nombre de un héroe de nuestra historia (el del periódico, por supuesto).
Pero el caso que nos preocupa hoy es el de otra marca argentina, con una trayectoria no muy larga pero muy intensa, con muchos altibajos también, y que en algún momento estuvo incluso en manos brasileñas. Hace poco tiempo, después de un par de años de ostracismo casi total, reapareció inesperadamente para vestir un club de primera clase: nos referimos a Signia, por supuesto. Esta noticia publicada en el diario La Nación.
Otro artículo en el que comenzó a operar fue el de la ropa deportiva. Gatic había sido fundada en 1953 por Eduardo Bakchellian, quien mantenía la dirección de la empresa dentro del círculo de su familia más cercana.
Como si todo esto no fuera suficiente, Gatic tuvo que soportar el acoso de la propia empresa matriz de Adidas, que se había establecido en Argentina hace unos años. La marca alemana pronto pasó de ser un socio local de Gatic a ser un duro competidor. Y encima, con marca propia. Es que Adidas hizo sus cuentas: ¿por qué quedarse con el 5 o 7% que me paga mi licenciatario si puedo establecerme en un mercado casi dolarizado como Argentina, traer mis productos hechos en países con mano de obra barata y mantener la mayor parte?
De hecho, antes de 1999, Gatic y TyC ya tenían una relación comercial. En esos años, Gatic participó en prácticamente toda la cadena de su negocio (integración vertical, dicen). Hizo no solo calzado y ropa, sino incluso cajas de cartón para zapatillas de deporte. Por ejemplo, la esquina de Santa Fe y Callao o Corrientes y Florida (solo esas tiendas tenían un valor de mercado de más de 10 millones de dólares).